La salida al Moncayo de los alumnos de 1º y 3º de la ESO, finalizo con la visita al centro de interpretación situado en la localidad de Añón del Moncayo, a 80 Km. de Zaragoza. Allí los alumnos divididos en grupos, pudieron observar los usos tradicionales de los habitantes de los municipios del Moncayo, fruto de los cuales hoy disfrutamos de un espectacular paisaje.
Tanto en exteriores como en el propio centro de interpretación, pudieron observar como la intervención humana sobre la vegetación (carboneo, pastoreo, etc.) ha dado lugar a la aparición de extensos matorrales, y un mosaico de vegetación natural que se ha enriquecido con la existencia de bosques de pino de diferentes variedades, así como la evolución de bosques artificiales que se regeneran bajo la cubierta de los pinares, volviendo a ocupar los terrenos de los que las eliminó el uso humano.
También nos explicaron como la intervención del hombre continuada desde hace treinta siglos, ha generado formaciones vegetales humanizadas. Algunas de ellas albergan comunidades animales de especial importancia y especies vegetales muy singulares.
La conservación de estos enclaves implica el mantenimiento de las actividades humanas que los produjeron (caso de los pastizales alpinos, que degeneran si no se pastorean).
Además, recordamos que el Moncayo, ha contado desde el pasado con explotaciones mineras muy importantes, entre las que destacaron la extracción de hierro, que era transformado en la ferrería de Añón, llevando aparejado el consumo de grandes cantidades de carbón producido a partir de leñas de los carrascales. También importante fueron las minas de plata y plomo de Calcena, en la cara sur de la Sierra.
Respecto a la ganadería, comentar que la producción y comercialización de la lana constituyó durante la baja edad media la actividad económica más importante. Tuvieron en sus manos diferentes artilugios con los que manipulaban la lana, así como algunos productos finales como calcetines de la época.
Por último visitamos los exteriores de las cuevas del Rey. Estas cuevas constituyen un hábitat importantísimo para diversas especies de murciélagos cavernícolas. Durante la primavera y el verano acuden a ellas para criar, y en su interior pasan también el invierno en estado de hibernación. Son animales muy sensibles y tienen una escasa tolerancia a la presencia humana por lo que actualmente está prohibida la entrada. Hay que evitar acercarse y hacer ruidos en las proximidades de la cueva.
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